viernes, 20 de noviembre de 2015

LA PSICOLOGÍA DE LA EDUCACIÓN EN LA ACTUALIDAD


Posteriormente, en plena década de los noventa se añadieron paulatinamente el enfoque de expertos y novatos, el paradigma sociocultural vigotskiano, así como algunas interpretaciones constructivistas integracionistas dentro de las que destaca la propuesta de Coll (2001b), la cual dicho sea de paso ha ejercido una importante influencia en la PE en Latinoamérica (Rigo y Díaz Barriga, 2004; Rigo, Díaz Barriga y Hernández, 2005).




La participación de nuevos paradigmas en la PE se empieza a ejercer en forma más sostenida durante los ochenta. En primer término está el influjo de diversos paradigmas tales como: el procesamiento de la información (y su propuesta de construir una psicología de la instrucción),20 los paradigmas cognitivos–constructivistas (la teoría de la asimilación de Ausubel, la teoría de los esquemas), el enfoque humanista–rogeriano y, especialmente, el psicogenético piagetiano, se hizo más que evidente tanto en los contenidos curriculares de las diversas asignaturas de la PE como en la investigación desarrollada dentro y fuera de la facultad (Aguilar et al., 1983; Glazman et al., 1983). 


En general, en los años noventa se mantuvo la tendencia de crecimiento observada en las dos décadas anteriores. Según el anuario estadístico de la ANUIES, la matrícula total que se encontraba estudiando la carrera en 1990 fue de 26 411. De este total y en ese mismo año, en la Facultad de Psicología de la UNAM la matrícula fue de 2 672 estudiantes, lo que representaba aproximadamente 10% del total nacional. También para 1990 aparece otro dato importante: ya existe una matrícula conformada sólo por aquellos que se encontraban estudiando una licenciatura en PE17 en alguna institución de educación superior del país (n= 1 437 estudiantes).
Diez años después observamos que la población escolar de psicólogos casi se duplicó, puesto que era de 47 166 (ANUIES, 2001); mientras que en la Facultad de Psicología de la UNAM la matrícula (de 2 691 estudiantes) representaba 5.7% de dicho total nacional. Además en ese mismo año la carrera de psicología ya se encontraba dentro de las 10 más pobladas en el ámbito nacional (para ser más precisos en el octavo lugar, con 3% del total). Castañeda (2002) señala que para este mismo año existían 213 instituciones que enseñaban psicología en nuestro país con una proporción de 7 a 3 entre instituciones públicas y privadas, y de casi 8 a 2 en lo que respecta a la población de mujeres y varones.Los datos más actuales que pudieron obtenerse para esta publicación fueron los siguientes. Para el 2004, según datos del Anuario estadístico de la ANUIES (2005), la tendencia en el crecimiento de la matrícula de la carrera continúa en franco ascenso dado que se reporta un total de 82 160 estudiantes18 (4.2% de los estudiantes de licenciatura en el país, colocándose en el quinto lugar nacional). Por lo tanto, el crecimiento de la población que estudia la carrera ha seguido un incremento sostenido iniciado hace treinta años (Castañeda, 2002). Por último, cabe apuntar que en Psicología en la UNAM, el dato reportado de estudiantes para ese mismo año fue de 3 755 (Reidl, 2006).En donde no cambiaron las cosas fue en el esquema del plan de estudios de la Facultad de Psicología, que a la fecha sigue vigente en su concepción general, y aunque se han emprendido varias iniciativas para realizar una reforma o reestructuración curricular en las distintas gestiones académico–administrativas de los últimos veinticinco años, éstas no han fructificado por diversas razones. Durante todo este periodo sólo ocurrieron cambios o reformas curriculares parciales de contenidos (y de formación y actualización de profesorado) dentro del corsé impuesto en 1971.19 Sobre los cambios en los contenidos curriculares, básicamente han reflejado una creciente pluralidad de paradigmas teóricos y metodológicos que a su vez ha repercutido en la formación académica y en la investigación desarrollada. Al respecto, vale la pena hacer algunos comentarios sobre dichos cambios en el periodo que se está comentando.


La hegemonía que el conductismo mantuvo en los años setenta en la PE se redujo considerablemente con el paso del tiempo (especialmente a partir de los ochenta) como consecuencia del advenimiento de nuevos paradigmas y de las evidentes limitaciones de su discurso para dar cuenta de las realidades educativas (Glazman et al., 1983). Al presente, si bien continúa una cierta presencia en la disciplina, ésta es significativamente menor y, en lo general, persiste en desarrollar propuestas de intervención desde un planteamiento aplicacionista.

A mi modo de ver, la crítica al conductismo y a la filosofía positivista (o quizás debería decirlo al revés) durante estas últimas tres décadas ha significado la recuperación de la larga discusión sobre el cuestionamiento de "qué es lo científico" en la psicología, y como consecuencia de ello comenzaron a aparecer discursos alternativos que abrieron nuevas perspectivas epistemológicas, teóricas y metodológicas en las psicologías aplicadas (dentro de ellas por supuesto la PE).

Junto con estos paradigmas psicológicos, paulatinamente han logrado una importante participación otros paradigmas psicoeducativos que se originaron predominantemente dentro o cercanamente a la PE (Hernández 1998a y 1998b). Tales son los casos por ejemplo de la teoría del aprendizaje estratégico, los modelos metacognitivos y de autorregulación de Brown y Flavell, el modelo SOI de Mayer, la aproximación del profesional reflexivo de Schön, las propuestas de diseño instruccional tales como las de Reigeluth, los modelos de aprendizaje situado de Brown, Rogoff y Lave, y los modelos de investigación cognitivo–motivacional de Weiner, Dweek y Elliot o de Pintrich, amén de otros tantos modelos de corte explicativo más local y referidos a dominios de conocimiento específico en la educación escolar, la educación especial, el consejo y la orientación educativa, la evaluación, etcétera.

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